El gato tuerto

Para mi fortuna, aún conservo una bonita y sincera amistad con cuatro de mis compañeras de colegio. Es habitual para nosotras reunirnos en un restaurante bar llamado el gato tuerto para celebrar cumpleaños y fechas especiales. En una de esas noches de chicas, decidí contarles a dos de ellas, sobre los mensajes que había canalizado hasta ese momento. Esa noche, una de mis compañeras me pidió que canalizara a su abuelita a quien ella apreciaba mucho.

Cual sería mi sorpresa al saber que la abuelita le envía un corto y bonito mensaje a su hija, es decir, la mamá de mi compañera, pero ella no quiso recibirlo porque no se sentía preparada. En los próximos días, un ser trascendido me daría a entender el por qué la mamá de mi compañera no estaba lista para recibir el mensaje y cuál era el momento oportuno.

Mis compañeras del colegio para mi representan algo más que una bonita y sinceridad amistad, son como esas hermanas, que nunca tuve. Todas cumplimos la misma edad cada año y tres de nosotras quedamos en embarazo al mismo tiempo. Con dos de ellas nos conocemos de toda la vida, porque crecimos en el mismo barrio; y aunque no nos vemos muy seguido, cuando nos encontramos, siempre nos falta tiempo para contarnos todo lo que nos ha pasado. El nivel de confianza es genial, pero, aun así, quise ser clara en lo que sucede en torno a los mensajes canalizados.  Lo primero que aclaro es que no todos los seres trascendidos están en condiciones de dar un mensaje o simplemente no quieren. También aclaro que no necesariamente el mensaje puede ser para la persona que lo busca, sino para el que más necesite o más este sufriendo tras esa pérdida. Casi siempre pido a las personas que me envían una fotografía y el nombre del ser trascendido y si llego a sentir algún tipo de energía, canalizo, recibo el mensaje y luego lo entrego.

Al contactar con un ser trascendido, trato de respetar al máximo su mensaje. Dentro de mis opciones, no está hablar de un mensaje sin antes haberlo entregado a la persona que ellos me muestran y por cuestión de respeto, pido una autorización a los familiares y amigos para poder compartir el mensaje a otras personas que también pasan por un duelo.

Tengo la firme creencia que el objetivo de lo que hago es para ayudar a la mayoría de gente posible y esa es la razón para querer compartir los mensajes recibos con otras personas. La idea siempre es mitigar el dolor inminente que se siente tras una pérdida de un ser querido.

                                                  

Noticia publicada por S.J. Muñoz. 

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