El primer ser trascendido diferente a mis familiares, fue un joven de 20 años, quien perdió la vida en un aparatoso accidente de tránsito al pasar una avenida de doble calzada. Lamentablemente, el iba observando su celular cuando fue embestido por un automóvil que acabó instantáneamente con su corta vida. Por desgracia, su familia estaba justo al frente de él cuando ocurrió el hecho y esto causo un terrible desarrollo del duelo especialmente en su madre.
Cuando recibí el mensaje de este chico, pensé que iba a ser muy difícil de entregar, pero por casualidades de la vida, una compañera de mi trabajo era amiga de su mamá. Así que pude hacer contacto con ella casi en la misma semana y la llame apenas pude para entregar el mensaje. Durante la llamada, ella me escuchaba atenta, silenciosa y reconocía las pruebas del mensaje, comprobando que realmente se trataba de su hijo. Yo pensé que era una llamada de unos cuántos minutos, pero en realidad fueron muchos. Tal fue la conexión, que, aunque ya tenía un mensaje recibido con antelación, en ese momento pude sentir la presencia de este joven a mi lado, con la intención de expresarle a su mamá su compañía y su amor. Las lágrimas indiscutiblemente rodaron por mi rostro, porque a pesar de que ellos, los seres trascendidos, me pueden mostrar que en el lugar donde están es bonito y están tranquilos, ellos también me permiten experimentar la tristeza que sienten al no poderse comunicar con sus seres queridos, de igual manera que nosotros sufrimos ante su ausencia.
Escrito por S.J. Muñoz.